lunes, 30 de noviembre de 2015

Café Caliente. Parte III (Fin)


Hola, como los años pasados, he decidido volver a verte.

Pero hoy quiero despedirme.

Quiero decirte que conocí a alguien. Estos tres años han sido un poco difíciles.

De igual manera he decidido volver a verte como cada año luego de que no fuiste a nuestra cita.

No sabes lo mal que me sentí ese día, y sólo hoy me atrevo a decirtelo porque por fin siento que ese gran vacío de dolor se ha ido de mi pecho.

Ahora sólo queda una gran nostalgia el saber que nunca pudimos estar juntos, y que nunca podré sentir tus brazos de nuevo.

Alberto, te juro que este hombre es tan distinto que por fin me hizo sentir que mi vida había valido la pena.

Que si podía sentirme completa luego de que me dejaste.

Nunca pensé volver a sentirme así hasta que lo conocí.

No se parece en nada a ti, pero eso no me hizo falta.

El me ha hecho entender que quizás no soy tan amarga, ni tampoco necesito que alguien sea un dulce que modifique mi “amargo sabor”. Sólo necesito de alguien que sepa, aprecie y ame estar conmigo.

Alguien que comparta risas, emociones y momentos varios junto a mí.

Pero no vengo a hablarte sobre el en mi vida, vengo a hablarte de lo que el me hizo entender.

El me hizo entender el porqué tu y yo no pudimos estar juntos, o al menos tener una idea de por qué no pasó.

Supongo que algunas historias quedan cortadas, no pueden tener un desarrollo porque simplemente uno de los protagonistas no quiso continuar.
En nuestro caso fuiste tú.
Es por eso que a diferencia de los dos años pasados hoy no voy a llorar porque partiste y decidiste casarte.

Ni de pensar en que si hubieses partido conmigo, sólo habría un corazón roto, el de tu esposa.

Y no miles de corazones rotos como todos los de quienes te amamos, o bueno… te aman. Yo ya no te amo, sólo te recuerdo y seguirá siendo así en mi corazón.

Ya dejé de pensar en que si todo fuese sido distinto nuestros corazones estarían latiendo al mismo ritmo, el mío no latiría en solitario ni a su propio compás.

Yo ya tengo quien lo acompañe.

Obviamente no voy a preguntarte por qué pasó todo de esta manera, supongo que todo pasó como debía ser.

He dejado de querer saber esas respuestas que jamás tendré.


Por eso he venido a despedirme.

He venido a dejarte esta rosa ya seca, la cual hace tantos años me diste como símbolo de nuestro amor, un amor que ya se encuentra muerto.

Por eso he venido hoy a cerrar este ciclo de mi vida.

Jamás olvidare tus bellos recuerdos.

Pero comprendí perfectamente que debía dejarte ir para poder ser feliz con mi nueva vida.

Gracias a que decidiste casarte yo encontré mi camino.

Trágicamente el tuyo al salir de la boda fue morir en el tráfico.

Adiós Alberto, te recordaré por siempre.

Te recordaré como el hombre que me ayudó a cambiar mi vida.

Dejé la rosa seca frente a su lápida, sonreí con un rostro y un corazón lleno de nostalgia y liberación.

Al fin lo deje ir.
Me fui de ese cementerio de la misma manera en la que el había decidido irse de mi vida.

Me fui sin mirar atrás.

Buscando ser feliz,..

Sin la espera de ningún café caliente.

sábado, 28 de noviembre de 2015

Café caliente. Parte I

Día 1:

Llegué al aeropuerto y tomé mi maleta llena de sueños, por fin luego de dos largos años llegaba a mi casa, a ver al amor de mi vida, al hombre con quien quiero continuar mi vida y ser feliz.

El es lo único que tengo desde que mis padres murieron.

Estoy tan contenta de volver a verlo.

Mis amigas me dijeron que estaba próximo a casarse, pero sólo lo hace por un compromiso, que aún no logra olvidarse de mi, voy dispuesta a reconquistarlo y a no permitir que nunca se aleje de mi de nuevo.

Le he dejado un correo electrónico para decirle que he llegado al país, que estaré en la antigua casa de mis padres y que definitivamente muero por verlo.

Creo no puedo estar más contenta.

Día 2:

Alberto ya contestó mi mensaje. Hoy desperté en casa y decidí inmediatamente encender mi laptop.

He visto su mensaje y me he sentido cómo loca, me ha dicho que nos veamos en mi casa, mañana a eso de las dos de la tarde, que debe hablar conmigo y que necesita estar junto a mi. Definitivamente tengo que recordarle lo mucho que lo amo.

Día 3:

Desperté temprano, limpié la casa y tomé un baño.

Hoy he arreglado mi cabello como nunca, quiero verme tan bonita que quiero hacerte recordar cuando estabamos juntos y no podías dejar de mirarme.

Quiero hacerte recordar todo lo que te hizo amarme, quiero que nuestra historia venga como flashes a tu mente, quiero que al pensar en mi, no puedas dejar de sonreír.

Día 4:

Alberto llegó veinte minutos antes, está algo cambiado, ha aumentado de peso pero sentimentalmente es el mismo hombre del que me enamoré. Hablamos un rato, lloré cuando me habló de ella.

Aún así me dijo que era cierto, él no la amaba, pero era la única con la que sentía que podría olvidarme luego de haberlo abandonado.

Le aclaré que nunca lo abandoné, sólo tomé un largo viaje de estudios pero nunca he dejado de amarlo.

Luego de algunas lágrimas ha decidido besarme, me abrazó y comenzamos a sentirnos más unidos que nunca, la pasión logró invadirnos y estuvimos juntos. Sentí que todos estos años sola habían sido borrados con sus caricias.

Me acosté en su pecho mientras el acariciaba mi cabello. Pero el no dejaba de mirarme.

Sabía que el quería decirme algo, así que levanté mi rostro y le pregunté que pasaba. El me dijo que debía confesarme algo, le pedí que lo hiciera y me dijo el jueves a las 11 iba a casarse, que mañana iba a casarse.

Solté un grito de asombro.

Luego de aquel estruendo que hice con mi voz, me levanté de la cama y lloré como nunca.
Le pedí que no lo hiciera, el dudó un poco, pero secó mis lágrimas y dijo que la única manera de que no lo hiciera es que el y yo nos fuésemos lejos a empezar desde cero.

Acepté y me dió un abrazo con el que desaparecieron todos mis miedos.

Me abrazó y me recostó en su pecho, me preguntó si recordaba el viejo café en el que solíamos ir cuando éramos novios, en esa cafetería recuerdo que tomabamos algo y solíamos contar los carros rojos que eran como los de juguete que le regalaba su padre cuando era pequeño, de inmediato contesté que si.

Me pidió que mañana a las seis de la mañana lo esperase en nuestra mesa, que el café seguía intacto.

No puedo esperar, debo dormir rápido para que sea mañana, voy a lograr ser feliz con este hombre.

El tiempo no pasó para nosotros.

Ha dicho que lo espere con lo de siempre, un café caliente.

Café caliente. Parte II

Vi el reloj al fondo de la cafetería, son las doce en punto.

Sentada frente a un asiento vacío y un café que alguna vez estuvo caliente, sintiéndome la mujer más estúpida del mundo por haber creído en que estarías aquí.

Mientras comenzaban a brotar lágrimas por mis ojos, tomé mi laptop y comencé a redactarte un largo mensaje.

"Hola.

Supongo que si decidiste casarte con ella.

Te juro no se porque pensé que en serio la dejarías y vendrías conmigo. Era obvio que ya no me amabas a mi.

Tengo tantos flashes en mi mente que me traen recuerdos de nuestra historia.

Te amé y te amo tanto.

Recuerdo que por las noches solíamos contar las estrellas y dedicarnos las más bonitas.

Recuerdo me dijiste que mis ojos tenían más brillo que cualquier estrella.

Recuerdo haberte dicho que el brillo en mis ojos sólo existía cuando estabas conmigo. Y es cierto... Ya no hay brillo en mis ojos ni dulzura en mi corazón.

Siempre fui un café amargo y tu siempre fuiste una gran cucharada de azúcar.

Recuerdo también solíamos ir a tomar café y a contar cuantos carros rojos pasaban por esta misma cafetería.

Fuimos esa especie de amor que aunque dura poquito, es tan concentrado, justo como un buen café.

Justo como este buen café caliente que traje para ti, exactamente cómo lo habíamos planeado.

También traje mi maleta con toda mi ropa y mis sueños, las llaves de mi automóvil para irnos a un lugar nuevo juntos. Borrando aquello que nos separó hace algún tiempo.

Te he extrañado cada día con mayor intensidad. Una intensidad que crecía y me mataba por dentro, y sólo tú podías revivirme.

Sabes que nunca quise dejarte, por eso volví para ti.

Ahora después de seis horas sentada en esta maldita cafetería logro darme cuenta que aunque yo volví para ti, tu ya no estabas para mi.

Tu amor se enfrió justo como el café que está frente a mi, ha perdido su vapor y su fuerza. El azucar está a su lado aunque tu nunca más lo estarás del mío.

Yo si decido irme. Decido irme porque no quiero seguir esperando y ver como nunca llegas.

Me voy, me voy a alguna parte donde nunca más vuelvas a verme, ni puedas saber de mi.

Aunque de cualquier manera no quieras volver a hacerlo.

Este café frente a mi, quedará frío y amargo, pero yo no.

Yo si decido ir en busca de alguien que complemente mi amargo sabor.

Adiós.

Creí que serías el amor de mi vida."

Envié el correo electrónico, guardé mi laptop y me fui a toda prisa de ese lugar.

Me monté en mi carro y aceleré tan fuerte en busca de empezar una nueva vida estando incompleta, sabiendo que así me quedaría.

lunes, 2 de noviembre de 2015

Tirar la toalla

Creo firmemente en que fui increíblemente optimista enamorándome de ti.

Era muy obvio que no ibas a enamorarte de mi.

Aún así seguí intentando.

Tenía la esperanza de enamorarte, por momentos creí que lo estaba logrando.

Juro que con cada mensaje tonto que recibía de tu parte, solía sonreír como idiota por todo un día, tenías un poder mágico de hacerme sentir especial sin hacer nada.

Pequeñas conversaciones diarias que hacían mis días más felices.

Eras quien me hacía enfadarme y contentarme.

No me importaba si habías fallado tu, siempre pedía disculpas yo.

Me olvidé por completo de que yo te daba compañía, pero tu me dabas soledad.

No puedo obligarte a sentir, sabía a que me estaba arriesgando.

Sabía que podía salir herido, y salí herido.

Pero estoy bien, creo que no estoy hecho para ser amado, por lo tanto no es tu culpa, es la mía.

Es tonto, pero poco a poco comencé a desistir de enamorarte, me estoy quedando cada día más vacía.

Recuerdo que mi día solía empezar luego de darte los buenos días, pero luego entendí que para ti esos mensajes no tenían importancia y dejé de hacerlos.

Aún extraño enviarte cada mensaje de buenos días, pero se que tu no los extrañas, quizás ni los recuerdas.

Y desde ese día que decidí no enviarte más buenos días, mis días comenzaban a ser iniciados sin alegrías, porque enviarte los buenos días era lo único que me daba ese efecto feliz.

Feliz y estando vacía. Es confuso de entender pero creo que así lo hacía.

Es momento de aceptar que nunca te diste cuenta, nunca sentiste algo más.

Y ya no creo que pueda seguir dando sin recibir nada, no puedo seguir intentando enamorarte. Estoy vacía.

Vacía porque te di todo de mi, no tengo fuerzas ni nada más que dar.

Decido tirar la toalla, aceptar que perdí, no pude ganarme tu corazón.

Y si, yo acepto que soy una perdedora.

Y es que...

Lo he perdido todo, pero no te perdí, no te perdí porque nunca te tuve.

Sólo perdí la oportunidad de ganar tu corazón.

Y tu definitivamente perdiste a alguien que iba a amarte como a nadie.

Es triste que nunca vayas a saber esto, que sólo pienses que algún día volveré a escribirte para hacerte sentir bien, porque tu serías incapaz de hacerto.

Tu nunca me escribirías.

Creo que por eso estoy tan vacía.