Cuarto día de no existir un nosotros...
Porque me niego a aceptar que no existió un nosotros, y que realmente si sentiste todo aquello que me decías, y no creer en lo que dijiste cuando negaste todo lo que pasó entre nosotros...
Y me acosté en el suelo, de aquel patio en el que solía caminar hablando por mensajes contigo... Con un corazón inmóvil, un corazón partido en millones de sensaciones.
Debo dejarte morir en este momento. Dejar morir todo el daño que me causas, encarar y asistir de una hermosa manera, a decirte adiós.
Entendí que aunque siempre luché por hacerte feliz, Tú no querías esa felicidad conmigo... Y me duele aceptar que te sigo queriendo y sigo igual o más enamorado que el día en que terminó todo. Nada ha dejado de doler.
Y me obligo a mi mismo a superarte. Cuando no puedo hacerlo aún, estoy tan ligado a ti. Y por todo el daño que nos hicimos debería odiarte... Pero no puedo odiar a nadie. En mi corazón nunca ha habido espacio para ese sentir...
Me duele ver como me tratas mal, me duele aceptar que murieron esas rosas que no recibí, y murieron esas sonrisas que no me diste. Que el hielo de tu sentir congeló mis dedos.
Que cerraste un libro antes de comenzar a leerlo. Ojalá hubieses dado el empeño que prometías, ojalá hubieses sentido aquello que me decías. Pero no pasó... Y cada noche le pedía a la luna porque eso no fuese así... Porque llegaras a sentir, porque me amaras y todo fuera diferente...
Pero tal parece que no fue así. Y es duro aceptar que no queda nada, y que me cuesta aceptar este fin.
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