miércoles, 9 de noviembre de 2016

No llegaste.

Hoy, a las 9:30pm, en nuestro restaurante favorito, tomé una servilleta y un bolígrafo, comencé a escribir para drenar todo este dolor interno, era hora de escribirte una carta.

Mis manos temblaban, el dolor me impedía escribir bien.

Llevo puesto tu vestido favorito, el que te gusta como me queda.

"Asistí tan elegante, justo para verte.

Pero no llegaste, tocó decirte adiós.

Sigo aquí, partiendo mi corazón en millones de colores.

Acabas de morir para mi, en este momento.

Entre las flores marchitas llevo mi esperanza.

Dijiste que vendrías, dijiste que no me harías daño.

Fuiste tú quien rompió todo, fuiste tú quien destrozó mi vida.

Yo te esperé, ¿por qué no volviste?

Quiero gritar, pero ya estoy mudo.

Quiero llorar pero no tengo lágrimas.

Quiero morir, pero ya no estoy vivo.

Traté de describirte, pero ni siquiera te conozco lo suficiente para poder hacerlo.

Siento la lluvia caer, se camuflajea con mis lágrimas.

Dejo pasar el viento en tu nombre.

A cada momento se incrementa el dolor.

Hoy te digo adiós.

Estoy a punto de partir, quisiera que llegaras.

Pero no lo harás.

No te importó, no te importará.

Asistí tan elegante, veníamos a cenar.

Es la tercera vez que lo haces, nunca llegaste.

Hoy te digo adiós."

Entre lágrimas firmé la carta, todos me ven como si estuviera loca.

Yo sé que no estoy loca. Es sólo que me niego a aceptar lo sucedido, por eso no dejo de escribirte o mandarte textos.

Tengo que aceptar que no estás, que me dejaste.

Tengo que ir al cementerio a llevarte esta carta.

Ver tu lápida en vivo.

Aceptar que hace un mes, tu realmente estás muerto.

Doblé la carta y la acerqué a mi pecho, sintiendo los latidos de mi corazón.

Me levanté lo más rápido de la silla y me fui corriendo del restaurante, iba directamente al cementerio a verte.

Y corrí tanto hasta que llegué a ese lugar, por fin vi tu lápida y algo de mi comenzó a morir también.

Por fin acepté que realmente has muerto.

No llegaste.

Como quisiera estar dentro de esa maldita lápida junto a ti.

martes, 8 de noviembre de 2016

Hubo algo que murió dentro de mi.

La esperanza seguía viva, mi cigarro a medio fumar y mis labios esperaban sus besos.

Sabía que sólo me querías como tu amigo, yo seguía intentando enamorarte.

Enamorarte me haría sentir feliz.

Algunas noches solía deambular por las plazas en las que nos vimos, en las que nos besamos y en las que me sentí feliz.

Se que tú dijiste un día que en esos lugares no sentías nada por mi, pero yo si sentí.

Fuiste un patán, fuiste un imbécil.

Fuiste el prototipo de homosexual que todos comentan. Fuiste veneno en mi piel y dolor en mi alma.

¿Cómo es posible que pueda seguir amándote de esta manera?

No entiendo como eres mi aire, mi respiro y mi asfixia al mismo tiempo, eres mi risa y eres mi llanto.

Eres un maldito ser que nunca debió existir.

O quizás eres lo mejor que he conocido

Hoy fuí a aquella plaza en la que dijiste que sólo llevarías a alguien que amaras, a esa plaza a la que fuimos juntos.

Hoy te vi allí, con él.

Sentí como mi corazon se partía en mil pedazos, y de pronto...

Hubo algo que murió dentro de mi.